La familia debe ser para el niño un “hogar” en el cual pueda crecer acompañando sus necesidades básicas tanto físicas como afectivas. La parentalidad (ser padre o madre) es una condición del ser humano que no depende del nivel cultural o socio económico exclusivamente, sino de cómo fueron amados por sus propios padres: así sucede en la cadena de las generaciones en cualquier época y lugar.
Los cambios ocurridos en la posmodernidad con los avances tecnológicos, globalización, extensión del mundo con reducción de los espacios locales, exposición de lo privado de manera exagerada y casi obscena, etc. ha influido negativamente junto con las modificaciones políticas -económicas en este concepto de “hogar familiar”, que da a sus miembros un arraigo afectivo primario, como espacio propio tan importante como la tierra que los vio nacer, la patria.
Winnicott, médico pediatra y analista inglés, describió conceptos teóricos que vio en su práctica clínica que echan luz sobre la comprensión de lo que él llama tendencias antisociales y sobre la delincuencia.
Un hogar familiar facilitador de un crecimiento saludable de los hijos es un ambiente sostenedor para que ese jóven pueda ser, entre otras cosas, un ser humano y un ciudadano solidario con su comunidad.
Una familia en la cual las funciones materna y paterna están invertidas y no haya límites para los hijos, el abandono sea moneda corriente y la ley no sea respetada generará problemas psicológicos severos en los niños, que buscarán los que les falta en su hogar fuera de él: en otros grupos para poder sentirse alguien y no sufrir subjetivamente el vacío de “no ser”. No ser es sinónimo de “no existir”, ser “nadie para sí mismo y para la comunidad.
Estos niños, adolescentes y jóvenes deprivados emocionalmente desde algún momento de su infancia (los casos típicos se dan entre el año y los dos años cuando no es un bebé y empieza a desplazarse) sufren la pérdida de un amor que les fue quitado en un momento de su crecimiento y no fueron protegidos por sus padres o sustitutos.
¿Cómo buscan recuperar lo perdido?
Los adolescentes deprivados desarrollan una conducta antisocial dentro y fuera del hogar: roban, mienten, tienen errancias, hacen daño en la escuela, arman peleas con sus compañeros que los profesores generalmente llaman trastornos de conductas; es decir, tienen la capacidad de causar fastidio en el ambiente y explotan esta posibilidad mediante acciones trangresoras de la LEY para llamar la atención de los otros, para “ser mirados” por los padres, la escuela, los jueces y la comunidad.
¿Qué otra lectura podemos hacer de los descripto antes que la condena social y sus acciones en escalada los conviertan en delincuentes?
Los lectores se sorprenderán con esta frase “la tendencia antisocial implica una esperanza” (Winnicott) Por supuesto, los perjudicados por las trangresiones de estos jóvenes comprenderán menos porque pretenderán que de cualquier manera se haga justicia.
Pero visto desde un lugar más objetivo, aparece la pregunta ¿de qué justicia estamos hablando?.
No se llegará a dar a un niño o a un adolescente lo que necesita promulgando una ley, por ejemplo, baja imputabilidad de edad u otros procedimientos administrativos que no incluyan a “seres humanos”, sean asistentes sociales, psicólogos, personal policial, ONGs, jueces, abogados de minoridad y familia, etc. para su rehabilitación en lo que sea necesario caso por caso.
Si la corrupción y la transgresión a la Ley que atraviesa una sociedad es el modelo: “el fin justifica los medios”, no habrá esperanza de recuperar la subjetividad y el amor perdidos e inexorablemente estos niños antisociales que insisten en buscar “molestando” con acciones inadecuadas se tranformarán en delincuentes, que terminarán recluidos y volverán a reincidir una vez cumplida su condena.
Fueron niños abandonados, niños sin techo, niños de la calle que tomaron identidades negativas para creer que “son alguien” y avanzaron en la droga, secuestros, robos, homicidios, abusos en el “TODO VALE”.
Las noticias que aparecen constantemente en los medios de comunicación acerca de la delincuencia: sobre jòvenes que no tienen “un lugar social”,marginales de todo tipo de derecho y obligación ciudadana , que sueltos provocan el terror del resto por la violencia que ejercen y recluidos en un sistema carcelario anacrónico son victimarios que se vuelven victimas del HIV, abusos, homosexualidad, suicidios etc nos lleva a preguntarnos:
Cuál es la solución a este problema social ; la violencia en la adolescencia y juventud?
Soluciones propuestas
Desde la educación, intervención en las familias en las cuales desde la escuela se detecte padres que maltratan a sus hijos
Equipos interdisciplinarios zonales que puedan trabajar con estas familias en tareas comunitarios y/o terapéuticas.
Abordajes familiares suelen ser más efectivos que estrategias individuales de los miembros sean jóvenes o padres, aunque pueden ser complementarios.
Capacitación, asistentes sociales, docentes, personal policial, judicial, psicológico de manera que el contenido de la Ley sea ejercido por personas intermediarias entre la familia y la comunidad con sentido de protección a niños y adolescentes, sujetos de derecho.
Ver la posibilidad de adopciones legales en los casos en que los padres no se encuentren habilitados para ejercer sus funciones.
Trabajar con el personal de hogares de tránsito y rehabilitación para transformar lo que se llama habitualmente reformatorios en lugares de reinserción social. con salida laboral.
Es tarea de todos armar redes privadas y pùblicas para que la violencia deje de crecer a lo largo y a lo ancho de nuestra naciòn
LIC ALICIA POSE
MN 865